FUE AL ATARDECER
cerca de la ora nona
cuando marcaste el tiempo humano
con el perdón
a los que te mataban
en la tortura
de la cruz
Si tu perdonaste
¿quién soy yo
para no hacerlo
con aquellos que me maltrataron
hasta el límite de la vida
y de la cordura?
quién soy yo
para no perdonar
al cainita y al maldicente?
al torturador?
y al que abusa de la confianza?
En mi camino a Emaús
te reconcí claramente
y te he seguido silencioso
fascinado por las delicias
que hallo en la conversación contigo
durante largas noches oscuras
cuando el alma se colma
cuando la carne está calma
Lo que me amarra a tu bandera
no es tu resurrección
sino el perdón
Igor-ur/ arqueólogo paleocristiano preniceano