En la primera sección cronológica de este blog "observar y pensar", que no está disponible actualmente en línea, releo este comentario que realicé sobre un articulo de opinión de un gran columnista norteamericano. Creo que lo esencial de estos textos aún es válido, sobre todo ad limina nuevamente a una intervención que redibujará el mapa heredado del reciente período colonial franco-británico del Oriente Próximo. Buena lectura.
GUERRAS COLONIALES, SOLDADOS Y ESCUELAS
Igor Parra
Hace poco pude leer
en un aeropuerto la columna de opinión de Nicolas D. Kristof del mes de julio
del 2010. Su título me llamó la atención: “One soldier or 20 schools”? En el
artículo hay una serie de datos bastante interesantes y útiles no sólo para
evaluar de forma cuantitativa la catástrofe en la que se está deslizando los
Estados unidos en Asia, sino para ver, y esto siempre es reconfortante, que en
esa gran democracia americana hay espiritus inteligentes que no han perdido su
capacidad de crítica.
Las cifras son
apabullantes y el autor llama a reevaluar el rol de Obama en una política que
es la continuación de su predecesor. Resulta demoledor saber que el gasto en
curso entre Irak, Afganistan y Paquistan supera la suma de todos los gastos
guerreros americanos desde su fundación, con la excepción, aún, de los gastos
de la Segunda Guerra Mundial. Obama esté pidiendo un 6% más que Bush en gasto
militar. Kristof apunta con amargura que la flota de guerra americana al día de
hoy es mayor que la de los 13 paises que más gastan en armamento después de los
EEUU. Mientras tanto su país ha caido al nivel 12 mundial en gente con titulo
universitario (college degree). El
mismo autor señala que diferentes organismos norteamericanos han alertado sobre
una observación de campo significativa: un solo misil de crucero americano
cuesta el equivalente a la construcción de 11 escuelas. Más aún el coste para
el erario público americano de 246 soldados serviría para pagar toda la educación
superior de Afghanistan durante un año escolar. Kristof apunta al centro de la
cuestión al señalar que el gasto militar de Obama en Afghanistan que se produce
en cinco semanas bastaría para pagar la educación primaria completa de todos
los niños del mundo.
Por nuestra parte
podemos decir que todo este gasto inmenso no les esta ayudando, a los
americanos, a ganar la guerra, y parece difícil que lo logren por una razón que
emerge tanto de la historia como de los datos resumidos y expuestos por
Kristof: estas guerras asiáticas americanas son un gran negocio en sí mismas,
cientos de miles de personas civiles militares y paramilitares viven gracias a
esta maquinaria industrial que vende alimentos, transporte, seguros de vida,
repuestos de guerra y de transportes, comunicaciones, vestimentas, calzado,
construcciones civiles y militares en el terreno, reparaciones de todo tipo.
Dicho en lenguaje de la escuela de Chicago, estas guerras son una oportunidad
para ganar dinero.
Y esta observación
nos permite hacer una relación con lo que fueron las guerras que sangraron y
arruinaron completamente al imperio español, pues hay algunos mecanismos que
nos parecen indicar que estas guerras que son oportunas para algunos, en realidad
llevan a la ruina a la mayoría de la población. Y en las coordenadas actuales
donde se encuentra la economía mundial no es la mejor noticia que los
norteamericanos estén deslizandose en un pantanoso terreno especulativo a corto
plazo, en el que el resultado será simplemente la ruina económica, el problema
social dentro de casa -de ellos-, y el pago mundial de la deuda que amenazará
con reventar los mecanismos fragilizados de la actual economía mundial.
La corona española,
que no el pueblo español, beneficiose del enorme tesoro metalífero americano
durante siglos. Al comienzo de esa transferencia global de metálico hacia
Europa, el gasto militar de los reyes españoles-austríacos, secó inmediatamente
todo el flujo que llegaba a Sevilla desde las Indias Occidentales.
En los
campos de Flandes y centro Europa se gastaba el dinero generado en las minas de
plata y oro americanas. La gran oportunidad la tuvieron no los españoles sino
los elementos foráneos que nutrían los ejércitos del Rey de España, que lo
vestían, que lo reparaban, que lo conducían, que lo comunicaban. Con un grado
tecnológico menor al actual esa “oportunidad” de hacer negocio también enriqueció
a banqueros e industriales extranjeros, y desoló el territorio español,
empobreció el campo en fuerza de trabajo, despobló España de sus mentes más
capaces, que emigraron en su mayoría a América o a la Italia de la corona
española.
Así, esto que
sorprende a Kristof ya lo hemos visto por estos lares hace un par de siglos
atrás. Tarde o temprano una ocupación colonialista que permanentemente usa la fuerza
para imponer su criterio termina agotando la capacidad de gasto de la potencia
ocupante. Y no solo la capacidad de gasto sino también el aguante social; tarde
o temprano estas guerras asiáticas dejarán moral y económicamente exhausta a
los Estados Unidos de América.
Al revés que en
Inglaterra o Francia que aprovecharon su esplendor colonial para crear una
potente red de universidades y escuelas de todo tipo, y de forma similar a
España, los Estados Unidos de América, a causa del gasto inmenso militar,
retroceden en un sector estratégico: la educación de su juventud. Esta será
cada vez más elitista, estará ligada a la capacidad de gasto familiar, es decir
cada vez más será una educación para los más ricos. Y eso conlleva
necesariamente perder importantes recursos estratégicos para la democracia
americana, pues los que lleguen al nivel superior no sólo de la educación sino,
consiguientemente, de la política, del ejercito, de las finanzas constituirán
cada vez más una élite cerrada oligárquica con intereses basados en esas
“oportunidades “ definidas por Friedman como la salsa del capitalismo moderno .
La historia nos
muestra claramente el destino de estas oportunidades basadas en guerras
oportunistas retroalimentadas con recursos económicos públicos que benefician a
un sector estrecho de la sociedad: el ejemplo de la “oportunidad” de invadir
Sicilia a la ciudad esplendorosa de Atenas le significó su tumba no sólo
militar, y es esto lo que quiero rescatar aquí, sino , y sobre todo, su tumba
democrática. Después de la horrible catástrofe militar que sufre Atenas en
Sicilia, en su guerra contra Esparta durante la larga Guerra del Peloponeso, a
la postre esa catástrofe militar significa el hundimiento del predominio ateniense.
¿Son estas guerras
asiáticas americanas el equivalente de la “oportunidad siciliana” de los
atenienses? ¿O acaso lo serán de la “oportunidad de los Paises Bajos” o de las
“guerras de religión” de la corona española?
No sabemos aún
contestar estas preguntas, pero, sin embargo, sí podemos estar seguros que al
observar escritos como el del ciudadano americano Kristof su país ya no es el
mismo que hace veinte años, y probablemente no será el mismo dentro de cuatro o
cinco años más. El factor diferencial es el constante uso de recursos económicos
públicos para pagar guerras lejanas y tapar agujeros generados en la especulación
financiera. La democracia americana está mutando frente a nosotros cada día, y
el final de este proceso puede darnos sorpresas que quizás no resulten
agradables en primer lugar para una gran mayoría de los propios ciudadanos
norteamericanos.
Habremos de observar
con mayor atención los mecanismos que parecen vincular la crisis financiera con
el desarrollo de las guerras americanas en Asia.