NOVENTA Y CINCO DIAS
estuve en tu casa de madera sureña
barquito crujiente las noches de viento del sur
Viví acogido
en ese tu panal de trabajos constantes
con fríos duros
húmedos
pero tu siempre risueña
madre abeja del confín meridional americano
Pan y té
muchos dias y tardes grises
de lluvia constante
Y tu sin parar
cada segundo pleno
Para ti el verbo descansar
es un espejismo
Mujer real
de tremendo esfuerzo físico
De paliar cada dia y cada hora el alimento de tu prole
casi del aire
Aire frío y húmedo
en este remoto borde continental
Y tu casa fue la mia
y tus hijos mis amigos
Mis compañeros de viaje a través de lo obvio
Del Chile invisible
real
que cada noche decide si mañana
se come o se calienta la casa
Del pais donde se compra sólo alguna de las medicinas necesarias
cuando el dolor es ya imparable
Cuando ya casi se ha instalado
como uno más de la casa
Tu
abeja del sur
mujer trabajadora de todas las horas
de luz
y sin luz
que nunca te falte la salud
ni a ti ni a tus hijos
nunca
nunca
nunca
Porque en este pais no imaginado
eso es peligroso
Fatal
Mucho aprendí contigo
parece banal escribirlo
Pero cada palabra puesta aquí es tan objetiva
como tu necesidad
que es la misma de tantos y tantas
héroes invisibles de lo cotidiano
vivientes en la inequidad
Donde lo diario es dramático
pero no trágico
gracias a personas como tu
valientes y alegres
en esta difícil tierra injusta
aquí rota
en islas
canales y volcanes
y que es habitada
gracias a ti
Igor Parra
en "Recuerdos de la Realidad"