SALIA YA
de la habitación iluminada por el reflejo
de la vela
y el espejo antiguo
y te vi tendida en diagonal
como un escorzo de Rubens
pero desde arriba hacia abajo
Y te vi
dormitando
entre remolinos de sabanas
y muchas almohadas
Tus pies sobre las almohadas pálidas
del extremo noroccidental de nuestro mar
eran argentados con colores lunares
que entraban
por las grandes lucernas del techo
Entre los muslos y la cabellera
todo el arco del color rosaceo anaranjado
tembloroso
de la vela y su reflejo espejado
Tu blanca piel agotada
parecia inánime entre las olas
de la mar-cama
Tu cabello brillaba dorado y disperso
entre las almohadas del extremo sur oriental
La llama del candil
ahora quieta
ya temblorosa o balanceante
anima el espacio de nuestros tiempos quedos
combate contra la luz de la luna
casi en el limite de tu espalda
y me retiene
me de tiene
me deja expectante
suspendido en la exhalación de la sorpresa
al observarte
y ser por primera vez consciente
de cómo
en un segundo de recuerdos intensos
desorganizamos el orden germánico
y lo transformamos
en el casi alboroto de una excavación antigua
donde supimos encontrar
y reencontrar
tesoros de todos tipos
Fue un breve momento de horas de pasión
Un momento consciente y efímero
de cómo se construye lo intenso
cómo se aparecía lo bello
a medida que nos esforzabamos
para descubrir al fin
que el fondo
la excavación apasionada de nosotros
sobre tus sábanas
nos hace descubrirnos
al borde del alba y callada la noche
con el corazón
expuestos
absolutamente
el uno al otro
y siendo dos
somos no los otros
los externos al perimetro de esa luz de esta noche
sino
nosotros
Y de tu imagen
a mi consciencia del lugar y momento
a mi consciencia del lugar y momento
y mi marcha fuera de tu hálito
pasa apenas un segundo
suficiente
para recordar cada pliegue del tálamo
la posición de todas las almohadas
el ángulo de tu cuerpo
y la intensidad de las luces combatientes
para saber con claridad
como un relámpago
que
somos felices
aquí y ahora
Igor Parra