Estimada compañera en la alta velocidad,
ya llegué a Chile Pilar,
aquí me bajé
en esta esquina del mundo
el sábado veinte y cuatro de agosto
al alba
Dos grados centígrados me esperaban frescamente
La cordillera está nevada aún
son las 7 y clarea sobre sus cumbres más altas.
Las máquinas del transporte humano ya circulan
por las calles y escucho el canto
de las aves
que cierran el cielo oscuro
dando paso
sutil
a la claridad
diurna
Entre Bogotá e Ica vi iluminado lunarmente
la mole inmensa del Cerro de Pasco
sus lagos como ojos mirandome
avanzar hacia más al Sur aún
desde su helada blancor
todo rodeado de luces separadas
por abismos de noche y nieve
en un perímetro de cientos de kilómetros
Y de pronto como si la luna y la tierra se apagasen
la máquina de vuelo penetró en la oscuridad total
ni las estrellas se veían
Creo que era el hálito frío del océano
la camanchaca de mi tierra empotrada entre mares-océanas
Y en el recuerdo ya lejano en el septentrión
ese viaje
a muy alta velocidad
El calor al inicio en Paris y el calor al final en Barcelona
divirtiendonos en la conversación mientras
los paisajes pasaban raudos
como nuestros sintéticos resumenes de vidas transhumantes
de nuestras "tuverías" como decía una amiga de Bucaramanga
Porque formamos parte de esa raza de viajeros
que viajan para trabajar para explorar
o trillar caminos
sin hacer nunca turismo
que llevamos más de cuarenta años a lomo de tren, de avión
de barcos y a veces de coches o como decimos acá
de autos
Hace ya años decidí no seguir haciendo lo que tu aún haces
pensé que mi alejado y remoto refugio a orillas del océano
me sacaría para siempre de las rutas de agua
de las sendas del aire
del ruido de las calles
Pero este largo estar en Europa de mayo a casi septiembre
me ha entregado una vez más lecciones e instrucciones
que seguiré inexorablemente
Sacudo pues mis botas viajeras
remozo mis alforjas polvorientas
y camino las sendas no andadas aún
imaginando nuevas ideas y argumentos
para no perderle el pulso al planeta
para conocerlo mejor
para defenderlo siempre
para que otros vengan después y puedan apreciar
tanta maravilla como he podido observar
en lo que han sido ya seis décadas
de muy intenso trajinar
de geografias soñadas en papel
pero visitadas en
y con la piel
igor anochecida ya Vitacura
(primeros días de calor primaveral en el sur del Sur cuando la cordillera más alta aún está nevada)
