viernes, 23 de abril de 2021

¿"Guerra del Peloponeso" en ciernes: alguien gana o todos pierden?

 Lectura clásica del conflicto asimétrico en la cuenca del Pacífico y Eurasia

Igor Parra


Una reciente publicación hace el recuento del potencial militar clásico, de diferentes países para llegar a la conclusión que en el aire ganaría un eventual conflicto los Estados Unidos de América, en tierra la ganaría Rusia y en el mar lo haría China (https://www.military.direct/blogs/news/which-world-military-would-win-in-a-war). 

Este tipo de comparaciones carecen, desde mi punto de vista, de capacidad predictiva, pues no incorporan factores fundamentales en las ecuaciones estratégicas que, en ocasiones, permiten vislumbrar un ganador en conflictos armados de diferente escala. Tucidides, a quien he mencionado reiteradas veces en este blog desde 2010, nos alumbra  con su descripción detallada de la Guerra del Peloponeso, cuando nada más comenzar su narración, en el magnífico capitulo titulado "Arqueología" explica porqué la guerra entre Atenas y Esparta fué tan prolongada: ambas potencias tenían una capacidad decisiva en la esfera militar en la cual la otra no lo tenía. Es decir Esparta era omnipotente en los combates terrestres, como lo era en el mar Atenas.

Sin embargo , como recordaran los amables lectores, el final de la guerra la victoria de Esparta no se dió en "su esfera de poder" sino precisamente en la marítima, donde Atenas había tenido una aplastante superioridad no sólo de numero sino de calidad del recurso humano, desde la marinería hasta los estrategas que dirigían las operaciones navales. El factor decisivo de esa batalla naval final, en la desembocadura del río Egospótamos (Quersoneso)  fué la sorpresa táctica originada en un error táctico del estratega ateniense, sumado a un factor tan importante como aleatorio que supo aprovechar el estratega Lisandro, comandante de la flota espartana : la casualidad que su flota  navegase en las cercanías de las playas donde la flota enemiga varó para descansar. Dejo al lector el placer de la descripción breve y contundente que hace Tucidides del evento final de esta larguísima guerra, y que excedió los cálculos iniciales de los contendientes. Algo similar ocurre con otros momentos iniciales de guerras que se prolongan más allá del horizonte previsto por los estrategas militares. Me refiero por ejemplo a la Primera Guerra Mundial, o a la Segunda Guerra Mundial, donde el error de Barbarrosa sólo tiene equivalente en el occidente europeo al error de calculo de Napoleón tanto en la peninsula Ibérica como también en Rusia.

Desde una perspectiva actual de potencia de fuego, y de las doctrinas de uso de los vectores de esa potencia, podemos decir que no hay en el momento actual un avance técnico tal que permita una victoria en la cuenca del Pacifico de forma aplastante de ningún potencial adversario. Los potenciales principales contendientes, tanto en el Pacífico como en Eurasia, tienen la suficiente capacidad nuclear de escalar en cualquier momento un conflicto directo a través de fracciones incluso mínimas de sus respectivos arsenales nucleares de forma tal que causen un daño decisivo. Es decir un daño en la demografía y en los recursos ambientales de tal magnitud que incluso un eventual ganador en ese intercambio vería profundamente alterada su propia estructura socio política y económica.

Desde este punto de vista, un ejercicio de simulación de conflictos nos retrotrae, tal como está advirtiendo Henry Kisinguer, a escenarios de la guerra fría, donde el resultado del conflicto nuclear estaba descrito en el acrónimo del escenario que generaba el conflicto nuclear directo: Destrucción Mutua Asegurada (MAD en inglés). 

Así pues, ¿ podemos localizar la asimetría de un conflicto nuclear directo el día de hoy en el Pacífico o en Eurasia? En efecto, al llegar al punto de no retorno de la espiral hacia los extremos, sensu Clausewitz, el recurso al fuego nuclear difícilmente podría garantizar una completa aniquilación de la fuerza contraria en su totalidad. Una vez más emerge con fuerza la intuición estratégica de Mao en el sentido de que el factor demográfico, en un conflicto de ese tipo deviene una variable significativa: la mayor población que sobrevive es la población que en el largo plazo ganaría el uso del territorio, que es el núcleo central de las guerras.

Mi impresión personal es que la potencia o la fuerza de Estados Unidos es muy superior a la china y rusa sumadas, sin embargo no es una superioridad aplastante, como la de los españoles, ingleses, franceses, holandeses, o belgas al enfrentarse y conquistar inmensos territorios colonizados con poca tropa y sistemas de armas infinitamente superiores a la de los habitantes originarios, ya americanos, asiáticos o africanos. Así, en el transcurso rápido de un eventual enfrentamiento bastará una respuesta asimétrica por parte rusa o china para generar un cambio de regimen político en la Federación americana, que incluso en caso de una probable victoria militar, total o parcial por parte de ellos, les signifique un cambio del escenario politico democrático del país. 

Esa potencial sorpresa táctica asimétrica puede tener consecuencias estratégicas profundas, tal como ya ha ocurrido en el drama histórico universal. Para el mando alemán, por ejemplo, hubieron dos sorpresas significativas durante la guerra contra los aliados: una puramente militar: los rusos fueron capaces de construir enormes cantidades de tanques y contaron con una ayuda occidental muy importante en momentos clave. La otra puramente geopolítica en dos momentos: al inicio de la guerra calcularon mal la reacción de Francia y del Reino Unido a la invasión de Polonia, y al finalizar la guerra tampoco acertaron en la previsión de los tiempos que tardaría la union soviética en enfrentarse al bloque occidental. Lo intuyeron correctamente pero se equivocaron en la materia fundamental de la Gran Estrategia: el tiempo real, operativo, de los eventos. 

Porque la materia fundamental de la Gran Estrategia es el tiempo no el espacio. Algunos militares tienen tendencia a pensar que el ejercicio del arte estratégico es el espacio, pero ya hay suficiente experiencia y conocimiento para pensar que es únicamente el tiempo el motor esencial del arte, y ésto explica entonces que la acción asimétrica tenga consecuencias fundamentales en la definición de todos los conflictos estratégicos.

Pero de esto continuaremos próximamente porque los tiempos que corren son fértiles para los que observamos los eventos que preceden a las acciones humanas.

Vale.