martes, 17 de enero de 2012

evolución de hoy vista desde el sur del sur II

EL NAUFRAGIO:
analogías para el momento presente

Igor Parra

El 26 de noviembre embarqué en una nave de la compañía Costa cruceros para ir desde Barcelona a Buenos Aires. Durante el trayecto pude observar una muestra excelente de lo que la sociedad europea de hoy mismo brinda materialmente a los arqueólogos del futuro.
El naufragio reciente en costas italianas de una nave gemela me hace reflexionar sobre las causas no sólo del incidente mortal del Costa Concordia sino de los casi accidentes que sufrimos en la navegación del Costa Mágica. Esta reflexión la avalo con el conocimiento personal que ya tenía de mi travesía transoceánica 37 años atrás en otro barco italiano, de la compañia naviera ya desaparecida Italmar, desde Valparaíso a Barcelona.
La diferencia fundamental entre la travesía del año 1974 y la del año 2011 no sólo es el tamaño del barco, sus volumenes sus esloras, sus mangas, el numero de pasajeros. Hay una diferencia de concepto fundamental: hasta los años 70 del siglo XX, los barcos de pasajeros transportaban pasajeros de un punto a otro. En estos transaltlanticos modernos como los Costa el objetivo principal es el hyper consumo de la carga humana, es como viajar dentro de un mega Mall en movimiento. Así vivir una experiencia de viaje en una plataforma de super consumo es como adentrarse en el vientre y en la  sangre del sistema neoliberal. Cada pasajero vale no por su vida sino por su cartera, su billetera su peso como consumidor potencial. Todo abordo esta planificado al milimetro para generar el consumo incluso de las cosas más nimias, o necesarias. Por ejemplo el agua. Para consumir 13 litros de agua la compañía Costa pide por un "ventajoso pack"  la friolera de 25.95 euros. En mi pueblo andaluz 8 litros embotellados cuestan 1, 6 euros, y ya es caro. A partir de este detalle diario, cotidiano, no se escandalizarán saber que una excursión por las cocinas y lugares técnicos del barco Costa Mágica se intentó cobrar 70 euros a cada persona inscrita. Y así un suma y sigue que nos muestra cómo una sociedad desatada a sí misma, anarquicamente gobernada por los más ricos, sin responsabilidades ciudadanas genera exactamente lo que hemos visto en medio del drama del naufragio en las costas italianas: los responsables de la catástrofe huyen, se salvan y son las personas humanas de la parte baja de la sociedad  embarcada, los camareros, los marineros, los oficiales conscientes de su responsabilidad social, los que ayudan a salvar la gente en apuros de muerte.
En esos barcos reproducimos lo bueno y lo malo de la sociedad que produce esa realidad social y económica en tiempos y espacios finitos, por eso digo más arriba que es un ejercicio excelente para la arqueología del futuro. 
El Titanic naufragó por razones de mercado menos sofisticadas: la velocidad del crucero se debía mantener a toda costa para competir con otros modelos de naves similares. En Italia un mando corrupto por el consumo desenfrenado que se promueve en su nave borra todo código de honor, toda responsabilidad y en medio de la noche, del naufragio, huye para salvar la vida de forma irresponsable.
Al mirar de más cerca los objetos análogos, barcos hundidos y sociedades hundiendose, aparecen lecciones interesantes. La principal para mi es que no todo esta perdido y que obviamente hay mucha vida más allá del barco lastrado y de las sociedades que se hunden bajo el consumismo neoliberal desenfrenado, feroz, inhumano. Al final de la catástrofe aparece otra vez el hombre y sus filias, o adaptaciones evolutivas, profundas por la solidaridad, la acción coordinada, los objetivos comunes. Precisamente todo lo que el capitán del barco italiano olvidó cuando empezó a huir deshonrosamente. Lo hizo porque los valores exaltados de esta coyuntura son el individualismo a ultranza, el egoismo,el consumir hasta morir en el intento, la insolidaridad,

no me resisto a terminar con una pequeña linea poética dirigida al capitán del Concordia:

capitán capitán del Concordia escorado
los proximos diez o quince años
los pasarás 
sin consumir

sólo tiempo

eso lo podrás consumir a ritmo humano
en un lugar que castigara tu cobardía
pero 
consuélate
 y piensa que cuando vuelvas a la calle
es probable que barcos 
como el tuyo
 ya no sean necesarios
y que la gente ya no se divierta 
comprando por comprar
cosas 
que no les sirven
 para la felicidad

Capitán capitán
ojalá aprendas a ser feliz
en estos próximos diez años