domingo, 22 de julio de 2012

NOVENTA Y CINCO DIAS

estuve en tu casa de madera sureña

barquito crujiente las noches de viento del sur

Viví acogido

en ese tu panal de trabajos constantes

con fríos duros 

húmedos

pero tu siempre risueña

madre abeja del confín meridional americano

Pan y té

muchos dias y tardes grises

de lluvia constante

Y tu sin parar

cada segundo pleno 

Para ti el verbo descansar

es un espejismo

Mujer real 

de tremendo esfuerzo físico

De paliar cada dia y cada hora el alimento de tu prole

casi del aire

Aire frío y húmedo 

en este remoto borde continental

Y tu casa fue la mia 

y tus hijos mis amigos

Mis compañeros de viaje a través de lo obvio

Del Chile invisible 

real

que cada noche decide si mañana

se come o se calienta la casa

Del pais donde se compra sólo alguna de las medicinas necesarias

cuando el dolor es ya imparable

Cuando ya casi se ha instalado 

como uno más de la casa

Tu

abeja del sur

mujer trabajadora de todas las horas

de luz

y sin luz

que nunca te falte la salud

ni a ti ni a tus hijos

nunca 

nunca

nunca

Porque en este pais no imaginado 

eso es peligroso

 Fatal

Mucho aprendí contigo

parece banal escribirlo

Pero cada palabra puesta aquí es tan objetiva

como tu  necesidad

que es la misma de tantos y tantas

héroes invisibles de lo cotidiano

vivientes en la inequidad

Donde lo diario es dramático

pero no trágico

gracias a personas como tu

valientes y alegres

en esta difícil tierra injusta

 aquí rota

en islas

 canales y volcanes

 y que es habitada

gracias a ti


Igor Parra

en "Recuerdos de la Realidad"