viernes, 26 de septiembre de 2014

CHINA Y LA TRANSFORMACION DE LA REALIDAD

Hace 4 años publiqué este post en este blog "observar y pensar", como eliminé casi todo el artículo del blog para una publicación que aún no ve la luz del día, en forma de libro, lo resucito pues creo que no ha perdido actualidad, al proponer una particular observación sobre el motor conceptual de lo que ocurre y seguirá ocurriendo en China. Buena lectura!

 LA CLAVE CHINA:
TRANSFORMAR LA NECESIDAD

Igor Parra


Hace pocos meses atrás apareció un gurú judío-húngaro, con pasaporte americano, por Europa explicando su punto de vista sobre el futuro de China y de sus, probables relaciones con Occidente, a lo largo de este siglo que comienza ahora. Su origen húngaro quizás influye en su capacidad de observación y por lo tanto de pensamiento, porque me pareció que su capacidad de análisis está sesgada por la ideología. También creo que a la hora de hacer prognosis estratégicas, como las suyas, el sesgo ideológico crea imágenes falsas, que llevan a errores graves en el diagnóstico del problema a resolver, o al menos del problema sobre el cual se emite un juicio.
En mi primera juventud, en Chile allá por los años 1971 y 1972, tuve la ocasión de conocer muy de cerca el pensamiento político revolucionario chino, tanto el elaborado por Mao, como los escritos de otros escritores chinos muy importantes en el área política, militar y filosófica. Al tiempo que estudiabamos las fuentes directas de ese pensamiento con personas que habian conocido y tratado personalmente a Mao, me interesé por darle un contexto histórico, dentro del mundo asiático, a ese fenómeno revolucionario del siglo XX.
Tanto el gurú judío-hungaro-americano como  Guzman, lider de Sendero Luminoso peruano, se equivocan en algunos puntos comunes, quizás porque ambos desconozcan algunas claves esenciales del pensamiento estratégico político chino, que incluso hoy en día prevalece en la China moderna en campos como el desarrollo económico, geopolítico y cultural, etc.
El mayor aporte intelectual que Mao hizo al pensamiento político, desde mi punto de vista, fue precisamente su crítica a Marx y Engels, en una parcela filosófica clásica, no “asiática” o propia del “eslabón más débil del mundo capitalista”, como diría otro clásico del pensamiento revolucionario. En efecto, Mao descubrió que el planteamiento marxista clásico de lograr la liberación personal y social a través de la “comprensión de la necesidad” escatimaba la mitad del problema, pues para Mao la clave del asunto no estaba en la mera “comprensión de la realidad”. El decía que esa comprensión no llevaría a resultados prácticos objetivos, palpables, y dejaría a los revolucionarios en el limbo idealista, donde se reproducirían errores ideológicos y prácticos circulares.
Para romper el circulo de ese idealismo inconsecuente, en el que él indirectamente acusaba a Marx y Engles de situarse, hay que terminar el proceso de observación intelectual que sólo comienza con la “comprensión de la necesidad” pero que debe desembocar en la formulación  y ejecución de la “transformación de la necesidad”.
El paso de la “comprensión” a la “transformación” es toda la diferencia que hay entre el modelo soviético y el sistema capitalista occidental, que desde el idealismo ideológico actuaron, y actuan, a corto plazo, y el emergente modelo chino de adaptación utilitaria al capitalismo.
En China han determinado, en cada momento histórico reciente, los umbrales específicos de las necesidades sociales-económicas que hay que transformar, y en algunos casos crearlas ex novo.
En Occidente tendemos a olvidar que la escuela de pensamiento político, militar y cultural china tiene varios milenios a su espalda y se relacionan entre sí en un denso continuum temporal, que sin embargo gracias al pensamiento teórico de Mao rompe con las inercias culturales que tal tradición puede generar. Pues en China hay una serie de tradiciones culturales que directamente, sin solución de continuidad, se han transmitido dentro del mismo acerbo linguistico desde al menos 1300 años antes de Cristo. Mao culmina una escuela de pensamiento estratégico muy antigua, innova en algunos puntos, pero se basa en experiencias milenarias transmitidas a través de la escritura en lengua china, desde varios cientos de años antes del nacimiento de Cristo. Esto confiere una visión del mundo diferente a la occidental, porque maneja la variable esencial de la gran estrategia, el tiempo, de una forma que aquí en Europa y en los Estados unidos cuesta entender, y más aún poner en práctica.
Transformar la necesidad es la gran consigna inmanente de la revolución china que se sigue aplicando (actualizando diría un tomista) día a día tanto en el interior de China como en su política exterior. Las formas capitalistas que se han adoptado en una parte del territorio chino obedece a esa transformación radical de la realidad propuesta teóricamente por Mao y sucesores, que se ejecuta en la actualidad en espacios diferenciados del territorio chino. Somos testigos de una magistral demostración práctica de la transformación de la necesidad en China, que está creando nuevas, radicalmente nuevas, realidades económicas, que a su vez generan nuevas realidades culturales, sociales y consecuentemente geopolíticas.
Precisamente el aspecto más débil de los augurios del gurú húngaro son los que hablan de la debilidad a medio plazo del desarrollo industrial y económico chino, olvida que ese análisis se basa en el potencial de un segmento del espacio y de la población china. El gobierno chino no puede aplicar el plan de zonas especiales a todo su territorio, por ello ha experimentado en zonas de gran tráfico comercial marítimo y terrestre, al tiempo que mantiene una reserva de trabajo agrícola inmensa, a la que trata de forma diferente, muy diferente, en relación a las zonas de desarrollo litoral. Esa masa demográfica de reserva es lo que puede garantizar el futuro del diseño modernizador chino: se trata de una reserva de trabajo y consumo virgen que equivale numéricamente a dos veces todo el occidente capitalista. El gobierno tiene la capacidad no democrática, no la necesita, de crear flujos demográficos en función a las necesidades que se estan creando sucesivamente en ese país.
Si los gobernantes chinos hubiesen aplicado sólo los principios marxistas clásicos, el modelo chino ya hubiese reventado, y todos los augures hubiesen triunfado en sus predicciones catastrofistas. Sin embargo, al transformar la necesidad social, concepto formulado por primera vez por Mao, la situación deviene más rica en posibilidades reales, objetivas, de consolidar la economía china a través de una fusión de espacios geográficos muy habitados y tecnológicamente pobres con otros espacios que necesitan, progresivamente no sólo de mano de obra, sino también de consumidores. China tiene garantizado en un corto plazo un gran mercado de consumo interior, actualmente circunscrito a las zonas de desarrollo especial.
En la vertiente geopolítica, la historia muestra que las guerras expansivas militares no son la componente principal de la estrategia nacional China, como lo han sido, empero, de la japonesa hasta la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo son perfectamente conscientes del valor que tienen las redes comerciales densas en espacios lejanos. Garantizan la circulación exterior de productos chinos a través de decenas de miles de redes propias de productos nacionales, de diferente precio y nivel tecnológico. Una vez más han comprendido la necesidad de usar un instrumento dado, el comercio y su diaspora mundial, y con ello han procedido a transformar la necesidad, pasando de un nivel de comercio familiar de escalas pequeñas, a un comercio multiescala muy agresivo. Todo parece apuntar, según mi criterio, a que estos cambios de escalas espaciales, del comercio chino, llevan a que en un momento dado, avanzarán un paso más en la fusión demográfica interior, de espacios agrícolas con los espacios productivos industriales, y así, en ese momento por venir, este comercio que hoy parece muy importante devendrá un factor secundario. Porque la gran meta estratégica es crear, ya lo hemos dicho antes, un sólido espacio interior de consumo de miles de millones de personas.
De esta forma en menos de cien años, gracias a Mao y a sus sucesores, se ha producido el fenómeno histórico de mayor peso de la historia contemporánea: sacar de la miseria absoluta a cientos de millones de personas, darles educación, alimentación, y desde hace pocos decenios atrás y de forma paulatina, medios de consumo que llevarán indefectiblemente a producir otro salto cualitativo que obligará a repensar una vez más, y  a fondo, cómo se transformarán las necesidades de ese futuro.

De momento, la realidad actual, aunque parezca paradójico decirlo, bebe de las aguas conceptuales de Mao.