viernes, 3 de agosto de 2012

EL MANTO CELESTE


de La Virgen en su Huida a Egipto

al fin lo entendí

 Aquí 

en los espacios de trén-trén

y del kultrún

Muy lejos del Museo del Prado

los días del mayo paradójico que viví en el número 508


sobre el seno del Reloncaví

Durante cuatro decenios casi cada año fuí a Madrid

a mirar por largos ratos

sin prisas 

este cuadro de Patinir

Qué me atraía tanto

Quizás el color

Quizás la composición toda

Quizás sólo sus verdes y azules ya celestes

Quizás la imagen central de la Virgen con el niño en brazos

Porqué esa atracción tan tensa

tan constante

tan fuerte

Y el segundo fin de semana de mayo

de este año doce del tercer  milenio

sin buscar hallé la respuesta

Y la luz vino de los fulgores de esas horas intensas

de esos combates con mis deseos y las realidades duras


minerales

en las luces que ocluían sobre mi primer capitulo 

en la tierra de los hombres huilliches

de sus machis 

del mágico canelo

y mallitún

A este remoto extremo llegué

Me entregué

entero 

sin límite alguno

Desnudo me alcé confiado

y erré

Fué en ese momento 

clarividente

y triste

que entendí a Patinir

Me atrajo

sin saberlo yo

la protección inmensa de esa mujer

que huye de la persecución

 a su hijo

Ahí 

simples 


como la mañana que albea

como las noches estrelladas del sur

estaban las dos evidencias que no entendía

Protección amorosa en tierras lejanas

Exilio para proteger

para sobrevivir

No sabía hasta recién ahora

que ese cuadro resumía parte de mi vida 

Qué simple

Qué obvio

Pero para entender recorrí tres vidas enteras

Muy lejos del tamarugo y del copihue

del arrayán y del mañío

y del coihue

y del mar bravío

y de la montaña nevada que entra al cielo

Hube de cruzar esas tres vidas lejanas para entender

la metáfora que Patinir pintó

Ahora 

más ligero ya 

de enigmas y preguntas

sigo

Y


 abandono en las orillas de mi quinta vida

los restos de las otras

Ya no me exilio

ya no me protejo en mis corazas feroces

Ahora no iré más a Madrid

porque resolví

al fin

el enigma 

de Patinir

en este último tramo de viaje

 al occidente

de la queda mar

inmensa

que es el morir


Igor Parra

en Recuerdos de la Realidad