jueves, 12 de junio de 2014

MAR PARA BOLIVIA?

MAR PARA BOLIVIA:
UNA CUESTION  CLAVE DE LA HORA LATINOAMERICANA
PARA EL FUTURO DE CHILE

Igor Parra


La visita del presidente Evo Morales a Santiago de Chile demostró que la demanda boliviana tiene defensores, quizás minoritarios aún, en la sociedad chilena, y no sólo en sectores de la izquierda.
Sin embargo esta cuestión boliviana es urgente plantearla con miras y objetivos estratégicos de alcance regional, más allá de la línea del horizonte próximo, que ha caracterizado y complicado a Chile en sus relaciones internacionales regionales.
Los dos últimos ejemplos son lacerantes para una cierta consideración pomposa de la integridad nacional chilena, y a la vez provoca sorpresa: las mayores cesiones de espacio soberano chileno se dieron con el gobierno de Pinochet, con el fallo internacional y con la intervención papal para el tema de las aguas bioceánicas, y recientemente bajo el gobierno de Piñera cuando el tribunal de la Haya ha dado la razón a Perú en el tema de las aguas del norte.
Ahora, el racismo chileno ha llevado a rebajar constantemente la petición boliviana de salida soberana al mar. Asombra ver la ceguera con la cual se ha mal posicionado al país en la hora presente, intentando invalidar el tribunal ante el cual se juzgaría la solicitud boliviana.
El peso de un gremio armado, como fue la Marina de Guerra de Chile durante la vida política publica del Almirante Merino, no puede continuar dañando la política internacional del país. Pinochet propuso a Bolivia una solución concreta, soberana, es decir más allá del uso de ciertas superficies portuarias en el norte del país. La Marina se opuso, al igual que el Perú, a esa solución territorial que contemplaba un pasillo o corredor entre Chile y el vecino del norte.
Por lo tanto, una solución práctica fue formulada en el Chile predemocrático de la década de los setenta, y el pantano en el que se ha posicionado el país desde entonces está a punto de terminar por iniciativa del movimiento soberanista boliviano.
Decimos que es un pantano pues no se avanza, y algunos creen equivocadamente, tal como pasó en el tema de la línea divisoria marítima con Perú, que aferrarse al status quo es una solución.
Esa es una política del avestruz, un negarse a ver la realidad regional a los ojos, y tomar medidas concretas que no dañen la proyección temporal del espacio soberano por causa no ya de una guerra, sino de decisiones de obligado acatamiento jurídico internacional. O sea de una instancia no violenta, en principio menos traumática, pero no menor en términos reales de cesión soberana de kilómetros cuadrados.
El último estertor de esa política ciega del avestruz ha sido comunicarle a todos los chicos del patio regional que no vale ir a la Haya, o donde sea, a pedir una resolución internacional sobre el tema de la salida boliviana al mar. Ridículo y peligroso, y es más importante lo segundo que lo primero.
Es la hora de dar soluciones nuevas a problemas que se arrastran desde hace más de un siglo y aíslan a Chile de su entorno. Esto le ha costado ya al país decenas de miles de kilómetros cuadrados (sumando los del fallo papal entre Chile y Argentina, a los del reciente fallo internacional con Perú). O aún en Chile piensa alguien que la perdida de Tierra del Fuego a finales del siglo XIX
fue un incidente ya olvidado?
Por lo tanto es la hora de sacar la cabeza del agujero del palabrerío inconducente e inconsecuente. No estamos en dictadura militar por lo tanto hay que consensuar una posición nacional clara y factible,  al menos tan clara y factible como la que formuló Pinochet en su momento, y ofrecérsela públicamente a Bolivia. Una posición que puede regirse o bien desde el viejo principio civil romano de “do ut des” hasta otras soluciones asimétricas espacialmente, pero que permitan a Chile resolver temas esenciales de aprovisionamiento de aguas y de consolidación conjunta bi-nacional de una posición geo-estratégica  en el mercado internacional de minerales de alto valor tecnológico.
Si hojeamos la Historia de la región no encontraremos escenarios análogos que nos orienten conceptualmente, por lo tanto se trata de innovar en una materia esencial: consolidar las relaciones geopolíticas con un vecino esencial, muy erróneamente despreciado por los incultos, pero no precisamente por Pinochet, quien al escribir su texto “Guerra del Pacífico: La campaña de Tarapacá” dimensiona de forma precisa el contexto geopolítico y su derivada actual en relación al tema boliviano-chileno.
Y digo que lo dimensiona adecuadamente porque queda claro, al estudiarlo y al vivir en el norte grande, que una propuesta chilena de cesión de soberanía no significaría un menoscabo a la capacidad operativa de defensa del territorio. Incluso si esa cesión de soberanía ocurriese de forma discontinua, en un escenario posible, tampoco afectaría la capacidad logística, operativa y de proyección de fuerza en los ejes esenciales de la defensa estratégica y táctica del territorio chileno.
Una soberanía boliviana discontinua mejora la situación actual de usufructo portuario, porque establece un espacio marítimo real, con playas y un puerto a desarrollar por Bolivia, conectado por tierra con el altiplano por via terrestre, que necesariamente seguirá siendo un espacio de bajísima densidad demográfica con un desarrollo de tres o cuatro centros urbanos o semi urbanos, que actualmente no existen, y que por razones logísticas deberían estar alineados en torno a la ruta latitudinal desde el altiplano al mar. Y esa ruta pudiera ser binacional hasta el espacio marítimo boliviano cedido y a partir de ahí, en este hipotético escenario nuevo, se puede negociar todo lo referente a los aranceles derivados eventualmente de la circulación de servicios, mercancías y de personas.
Variantes e incluso otros escenarios pueden ser concebidos para romper la inercia diplomática actual, que tiene grandes probabilidades no ya de ser desfavorable a Chile, sino de sumir al país en una desventaja geopolítica mayor, al no utilizar de forma proactiva el enorme potencial boliviano, que no lo olvidemos nunca es la mejor opción geográfica para acceder a la cuenca amazónica, y si no incorporamos esta visión de futuro Chile seguirá en su rol secundario regional de emporio minero agrícola exportador de recursos mineros sin valor agregado, con escasa masa demográfica, es decir muy bajo peso objetivo como mercado regional.

Mutatis mutandi, resolver de forma atrevida el tema boliviano equivale en términos geopolíticos a lo que le significó al estado de Israel la paz con Egipto.