jueves, 1 de octubre de 2015

lo intento

Dejo un momento la casa y bajo al mar
y bajo bajando los veinte metros de alto
que nos separan del agua
y aun así estamos en zona de peligro por tsunami
Dejo un momento el Mac y la pizarra
para ver casi azules bajo las nubes a las pequeñas golondrinas
que me traen tantos recuerdos sonoros desde el barrio de Bibi Rambla
en la islámica hebrea y católica Granada de mis mayores
que llegaron acá navegando desde allá a principios del siglo pasado
Desde la orilla camino y veo el muelle de madera desarmado
por la última gran ola que nos labró no sólo la costa sino el espíritu
O acaso creeis que a pesar de vivir tantos terremotos y tsunamis
no nos afecta saber que hoy estamos pero que mañana
ni nosotros ni las casas que habitamos podríamos estar aquí?
Un amigo entomólogo que vivió muchos años acá muy cerca del mar
me comentó que si llegase una ola de más de treinta metros
él no correría tierra adentro sino que permanecería estático
admirando con la misma pasión que observa los detalles de élitros y antenas
la pared verde-azul rugiente acercarse a su persona intentando permanecer en la conciencia
hasta el último segundo posible y así admirar ya dentro de la extrema violencia del tremor liquido
lo que él durante decenios ha admirado en la fina y aparentemente frágil estructura de sus insectos
Y pensaba en esto porque al bajar hoy al mar y ver tanta golondrina veloz a pocos metros de mi
recordé  el frenesí al comer insectos que las golondrinas granainas dibujaban en el cielo carmesí
de la anochecida tarde andaluza dibujando así trazos de letras y frases enteras en las doctas lenguas hebreas y árabes de mis mayores
Acá las pequeñas golondrinas casi azules escriben en estos cielos australes lenguas remotas
que aún no sabemos escuchar y mucho menos leer aunque cada dia por la mañana y al anochecer
lo intento