IMPOTENCIA POLÍTICA
Igor Parra
Concatenando este blog con el tema del anterior, podemos decir que, tristemente, ya tenemos una respuesta por parte del gobierno al llamado de una pequeña parte de la Sociedad Civil que le pide que no “le tiemble la mano”... para mostrar que no les tiembla han sacado a los militares de los cuarteles. Así demuestran que no han aprendido nada de la Historia española, y su falta de memoria y pésima educación política nos podría obligar a repetir experiencias que no son deseables.
Desde mi punto de vista, resulta ahora útil observar que el comienzo del fin del gobierno de Allende comenzó cuando militarizó la salida de la huelga de transportes del mes de octubre del año 1972. Por entonces todos, propios y adversarios, señalaron esta solución como una demostración de la capacidad de maniobra del presidente de la República. Sin embargo, me parece que fue un error dar parcelas de poder político directo al estamento militar. El camino más corto hacia el ulterior golpe de estado fue mostrar al país, y a amplios sectores de la clase media chilena, que era posible entregar poder a los militares, sin pasar por las urnas, para resolver coyunturas civiles dramáticas. Estoy de acuerdo que los Estados Unidos desde antes de la toma de poder de Allende intentaron evitarla a toda costa, es cierto también que un grupo civil, reducido, al principio de su gobierno, tuvo como norte de su acción el derrocar a Allende. Pero no es menos cierto que fue el propio Presidente el que puso un limite a su capacidad política y por lo tanto, también, a su impotencia para resolver por y con medios políticos civiles
-no militares- un escenario que, al final condujo a Pinochet, por la vía más directa imaginable, al poder absoluto.
En España acabamos de asistir a un hecho que tiene algunos puntos de comparación, Plutarco diría “paralelos”. Zapatero y su gobierno ha militarizado el tráfico aéreo del país a través del “estado de alarma”. Esto es un hecho inaudito en la Historia contemporánea española.
Creo que esto que ocurre ahora es una señal clara y notoria de la impotencia del gobierno actual español para resolver, con recursos políticos civiles, un problema civil.
Un problema grave, ciertamente, pero un problema que se veía venir desde hacia más de un año, por lo tanto un problema previsible, con una trayectoria parabólica totalmente diáfana.
Personalmente me sorprende y molesta que este mismo gobierno dedique no pocos esfuerzos en controlar, escuchar, intervenir y seguir al colectivo ecologista español, y no derive recursos equivalentes de la policía a estar informado de los pasos de este poderoso colectivo de controladores aéreos. Es una asimetría curiosa: en nuestra manifestación en contra del hotel del Algarrobico, que realizamos hace unos años atrás frente al Hotel, detectamos al menos 5 miembros de los servicios de inteligencia que fotografiaron, y trataron de identificar, a parte de las 500 personas que marchamos por los páramos litorales entre Carboneras y el Algarrobico. ¿Cuántos han seguido e informado de las decisiones de los controladores? Si la respuesta es ninguno, es una grave falta de previsión, si la respuesta es que muchos, entonces quiere decir que alguien en el gobierno está jugando con fuego, y además calcula pesimamente.
Porque, introducir a los militares en temas puramente civiles es una mala cosa, sobre todo en España. Este hecho marcará directamente la coyuntura del país, no por la huelga salvaje de los controladores, sino porque es una señal clara de que este gobierno ya no sabe usar de los resortes propios de un gobierno de civiles, para solventar problemas puramente civiles.
El estado de alarma decretado por los socialistas es muy grave, por si no lo habian adivinado, porque introduce una nueva forma de resolver estos frecuentes conflictos de la esfera civil....conflictos turbulentos , pero al fin y al cabo conflictos civiles.
Ahora una parte de la población tiene en la retina un dato importante: ante problemas difíciles el estado de alarma es un instrumento que rápidamente resuelve en primera instancia la situación conflictiva.
El periódico ABC enumeraba hechos recientes muy relevantes en los que no se recurrió a este instrumento propio de catastrofes naturales, pero no de conflictos puramente sindicales: ni la muerte de Franco, ni los gravisimos conflictos de Vitoria de los años 70, ni el golpe del 23 F del año 1981, ni la lucha contra ETA en sus peores momentos, que han sido terribles para España, nunca se habia recurrido al “estado de alarma”. Deberiamos remontarnos a la guerra civil para encontrar el último “estado de alarma” decretado por un gobierno español.
Esto último nos muestra lo desmesurado de esta acción política, que conlleva uso de la fuerza militar para resolver un problema, ya lo hemos dicho antes, puramente civil.
Es pues la frontera de una época de gobiernos de civiles que ha durado en España 35 años. Con esto los socialistas han cruzado una linea que marca su absoluta impotencia política. Y además han sacado del armario constitucional un instrumento que ahora podría ser usado, potencialmente, en contextos cada vez más peligrosos para la aún joven democracia de este viejo país.