lunes, 28 de marzo de 2011

Evolución política en Libia (II)

LIBIA (II): De Táctica y Estrategia y la Evolución del Centro del Poder Norteamericano

Igor Parra


Al leer la prensa internacional estos dias de avances y retrocesos en la guerra civil libia, me parece que se confunde a la opinión pública al usar inapropiadamente el término “estrategia”, sobre todo al valorar la conquista o la pérdida de tal o cual ciudad litoral libia como “enclave estratégico”. De igual forma desorienta leer que la aviación aliada realiza ataques a enclaves estratégicos, que aborta movimientos estratégicos, que protege avances estratégicos...y así ad infinitum.
En la memoria escrita del Mediterráneo, y de otras partes del planeta, hay numerosos antecedentes de lo que está ocurriendo en Libia, donde lo verdaderamente estratégico resultará ser el control final de los yacimientos de petróleo y gas, que fueron nacionalizados por el dictador Gadafi hace varias décadas atrás. Ese es el nudo principal, hacia él tiende toda la tensión militar y civil en este momento en Libia, tanto de los libios como de los franceses, británicos y norteamericanos. En este sentido creo que lo verdaderamente estratégico es la decisión de Gadafi de luchar por permanecer en el poder, también es estratégico el levantamiento de un aparte de la población, y lo que plantean franceses y británicos de establecer un horizonte político a este conflicto del mediterráneo central.
Lo que los periodistas llaman “estrategia” parece ser una ingenieria militar compleja que, sin embargo, entra en los límites prácticos y teóricos de lo que se acostumbra denominar “táctica”.
Si leemos a la escuela militar alemana de la entre-guerra franco-prusiana y la primera guerra mundial, este tipo de acciones, de la guerra civil libia, entran de lleno en la “gran táctica”, que incluye incluso las maniobras de varios cuerpos de ejército que actuan sincronizadamente sobre uno o varios teatros de operaciones, en los cuales a su vez pueden ocurrir simultáneamente más de una batalla.
Es desde esta óptica, distinguiendo entre estrategia y táctica, que podemos observar mejor algunos eventos que parecen a primera vista contradictorios, pero que se insertan en una dinámica más amplia, en la cual se ordenan conceptualmente.
Por ejemplo, la aparente contradicción de Obama por traspasar a la OTAN el mando de la operación, y las prisas de británicos y franceses por dar una solución política al conflicto.
Aunque a primera vista resulte extemporáneo, a mi me parece que este tema libio está mostrando, en el Mediterráneo, los límites de la estrategia norteamericana posterior a la caida del muro de Berlin, en la cual se apuntaba desarrollar capacidades sincrónicas de combate victorioso en, al menos, dos o tres escenarios regionales diferentes. La falta de una victoria clara en la guerra en Irak y la sangría lenta y constante de la guerra en Afganistan-Pakistan marcan de forma silenciosa, sin estruendos verbales, los límites operativos del poder militar norteamericano en guerras no convencionales. Esas guerras en las que no hay enfrentamiento entre fuerzas regulares, que desarrollan en un espacio y en un tiempo finito los principios “industriales” de la “cantidad, continuidad y calidad”.
Una guerra civil como la libia, y las guerras asiáticas y africanas actuales, nos hablan precisamente de una situación inversa, es decir “no industrial” : no hay ni cantidad, ni continuidad ni, por lo tanto, la calidad de una victoria clara. Aunque el premio sea el control del petróleo libio, o del coltán y otros minerales estratégicos de gran potencial tecnológico.
Sin embargo, no nos dejemos engañar por las apariencias, todo lo anterior no significa ni mucho menos que la potencia militar norteamericana vaya a esfumarse por causa de su actual inadecuación a este tipo de guerras periféricas. En absoluto.
Simplemente, me parece a mi, que se está operando en el centro mismo del poder político de los EEUU un cambio cualitativo esencial, y es algo que las viejas orillas del Mediterráneo ya han visto hace veinte y dos siglos atrás: la evolución de una República a un Imperio. Al igual que en Roma, ille tempore, a lo largo de los últimos cincuenta años, desde el discurso de Dwight Einsenhower advirtiendo del peligro para la democracia del complejo militar-industrial, el peso real de la sociedad no militarizada norteamericana ha ido perdiendo importancia en la gestión de la cosa pública, a la hora de establecer los presupuestos de la nación, y sus prioridades de Defensa.
Asistimos a un cambio no sólo de escenario sino también de dinámicas de poder que pueden quedar reflejadas, entre otros ejemplos, con lo ocurrido a Obama exactamente el dia 28 de noviembre de 2009. Ese día, en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad, el Alto Mando norteamericano impuso un calendario y sus contenidos en el tema de la movilización de recursos materiales y humanos desplazados a los teatros de guerra asiáticos (ver el reciente libro del periodista Carl Bernstein, que destapó Watergate:  Obama’s War (Simon & Schuster, Nueva York, 2010). No es un hecho aislado, pero es sintomática la imposición, el “diktat”, que el recién elegido presidente afroamericano debió soportar (sensu stricto: sobre-llevar). Algo similar le ocurrió al también demócrata Lindon Johnson cuando el partido militar-industrial lo arrastró, con el incidente prefrabricado de la bahía de Tonkin, a una masiva presencia militar terrestre en Vietnam. Esto  forma parte de la Historia, y no me gusta entrar en estériles debates moralizantes, pues esta dinámica se ha visto desde antiguo en el Mediterráneo.
La política romana de recursos naturales y humanos ya era imperialista décadas antes de Augusto y del inicio de la Roma Imperial. El concepto se llenó de realidad jurídica-administrativa cuando el senado aristocrático deviene un escenario vacuo, y el poder de decisión se traslada al jefe del partido militar romano: el Emperador. Este paso  esencial en la Historia Mediterránea no fue el resultado de una única batalla ni del accionar de un solo hombre. La expansión territorial y su compleja gestión, a lo largo de dos siglos dió finalmente todo el poder al partido militar.
Lo de Libia, me parece a mi-y lo de Wikileaks también- son coletazos finales del partido civil norteamericano.
En Libia y en el resto del mar mediterráneo, en Asia y Africa vemos en la hora actual un cambio de escenario en algo-recursos naturales masivos- que al principio de la era industrial, hace ya varios cientos de años, adquirió una forma colonial simple de obtención, después estuvo afectado por los dos campos de la guerra fría y ahora es una lucha directa sobre el terreno para redistribuir entre pocas potencias industrializadas el control de los recursos naturales del planeta, de los cuales el petróleo es, aún, la pieza fundamental del tablero.
¿Qué escenarios podemos imaginar a continuación , tanto en el área mediterránea como en el escenario planetario a partir de estas complejas realidades contingentes, embebidas en el cambio del paradigma energético-tecnológico?
Esto lo tratateremos de observar criticamente en nuestro próximo post, por ahora, y antes de dejar al atento lector unos dias, debo decir que cuando leo las declaraciones de algunos mandos norteamericanos sobre el hecho de que Libia no es un problema fundamental para su estrategia geopolítica, se me viene inmediatamente a la memoria esa verídica frase que Wiston Churchill escribe en sus memorias de la II Guerra mundial: “en tiempos de guerra la verdad avanza escoltada por nubes”, es decir por la desinformación.